⚖5 PASOS CLAVE PARA INICIAR TU DIVORCIO
Sabemos que es una de las decisiones más importantes que puede tomar una persona a lo largo de su vida y, además, indudablemente, cada situación de partida es distinta.
No obstante, después de más de diez años gestionando rupturas matrimoniales y de parejas de hecho, lo que sí podemos afirmar es que, cuando se adopta la decisión, no suele haber marcha atrás y, por eso, en este post os facilitamos las «claves» que deberíais tener muy presentes durante todo proceso de separación o de divorcio.
¿Cómo tomar la decisión?
Ante todo, debiera ser una decisión meditada.
Y ello, no solo por las connotaciones personales que implica, si no porque iniciar un proceso de divorcio supone el comienzo de lo que será una etapa de incertidumbre, para afrontar la cual, las ponderaciones de intereses deben haberse realizado con carácter previo.
Llegar al punto de inflexión, a partir del cual no hay marcha atrás, para algunas personas implica meses y, para otras, años. Pero, lo que está claro es que todas las personas son capaces de reconocer perfectamente cuando llega dicho «momento».
Consultar con un abogado
Si ya has llegado al punto de querer tomar en serio la decisión, lo siguiente puede parecer una obviedad, pero es esencial contratar a un abogado especialista en Derecho de Familia, con el que se logre establecer un vínculo de confianza.
Dicho letrado/a deberá mantener una reunión contigo, te solicitará información y documentación para analizar tu caso y deberá sopesar jurídicamente las expectativas que le trasladas. Ten en cuenta que el abogado es el responsable de fijar qué pedimentos son factibles y, para ello, resulta imprescindible que no se le oculte información y que se le mantenga al corriente de todas las novedades que vayan surgiendo.
No descartar el mutuo acuerdo
Siempre debe iniciarse el proceso de separación o divorcio sondeando la posibilidad de un acuerdo. No son pocas las veces que surgen sorpresas positivas y que, con la colaboración de los letrados, se llega a acuerdos beneficiosos para ambos cónyuges.
Evidentemente, cada caso debe analizarse individualmente pero, si los puntos de partida de la negociación de están demasiado alejados, puede resultar rentable, económica y psicológicamente, ceder en algunas pretensiones. Por ejemplo, si una de las partes solicita una custodia compartida y la otra la rechaza frontalmente, es claro que el acuerdo va a ser imposible; pero si lo que hay que matizar son las cantidades a satisfacer en concepto de aportación a los gastos de los hijos, quizás la solución pase por escuchar los argumentos de ambas partes y por establecer un punto intermedio en las pretensiones. En cualquier caso, si existen «lineas rojas» por alguna de las partes, lo mejor es exponérselo al abogado cuanto antes.
Y, si hay que tramitarlo como contencioso…
Si el acuerdo se antoja imposible, lo esencial es tener las ideas claras sobre las pretensiones que se van a solicitar al Tribunal, así como mantener una comunicación constante con el abogado, a fin de definir la estrategia procesal y de preparar las sucesivas actuaciones procesales. Será un proceso largo y de mucho desgaste personal, por lo tanto, si la perspectiva o las intenciones van variando, deben trasladarse al abogado, para que las necesidades personales y el cauce procesal se encuentren armonizados en todo momento.
La Sentencia puede ser un comienzo, no el final
La sentencia es el final del proceso; de un procedimiento judicial que se puede dilatar durante meses; pero también puede ser la oportunidad para que los ex-cónyuges comiencen una relación respetuosa entre ambos. Cuando el proceso termina, la tensión suele desparecer y, dado que hay que seguir manteniendo la relación por los hijos comunes, se puede convertir en una oportunidad para «resetear», para olvidarse de la «pelea» judicial ya concluida y para iniciar la nueva etapa vital que se ansiaba cuando se tomó la decisión de plantear la ruptura matrimonial.
Además, después de la sentencia, la vida continúa y siempre se suceden los cambios personales y, en muchas ocasiones, también los económicos. Por lo tanto, también resulta recomendable seguir manteniendo el contacto con el abogado/a, a fin de intentar solventar dichas modificaciones (reducciones o incrementos de las pensiones de alimentos; hijos que desean irse a vivir con el otro progenitor; padres/madres que quieren plantear un cambio de custodia; ex-cónyuges que quieren liquidar los bienes que mantenían en común,…).
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